Difícil...

Difícil explicar lo vivido. Difícil relatar lo ocurrido. Difícil demostrar lo sentido.

Hay momentos que están hechos para ser experimentados en carne propia, pues hasta al mejor escritor le faltarían palabras para expresarlo. Momentos que a pesar de ser relatados con uno y mil detalles no se acercarían ni en una décima parte a lo que en realidad fueron.

Explosión de sensaciones, de vivencias, de encuentros, de sonrisas, de lágrimas, de afectos, de conversaciones, de emociones… Una amalgama de todo y de nada, de todos y de nadie, de ti y de Él.

Ahora, desde la distancia que otorga el tiempo, una se empeña en poner nombre a cada hecho pasado, sentido y ocurrido. Una intenta organizar cabeza y corazón como si de una despensa se tratase para que todo quede bien colocado y asentado… Pero imposible… Hay tal imbricación de emociones que al recordarlo lo único que viene a mí es una sonrisa de satisfacción y a la vez de complicidad. Una sonrisa que pone de manifiesto la magia y locura de todo este Misterio.

¿Y si hacemos la vida más fácil?

Hoy encontré esto pululando por las redes sociales:

Las personas complicamos mucho las cosas...

¿Echas de menos? Llama… ¿Quieres quedar con alguien? Invita… ¿Quieres que te comprendan? Explícate… ¿Tienes dudas? Pregunta… ¿No te gusta? Habla… ¿Te gusta? Habla más… ¿Tienes ganas? Hazlo… ¿Quieres algo? Pedirlo es la mejor manera de empezar a merecerlo…

Si el “no” ya lo tienes, sólo corres el riesgo del “sí”

La vida es una sola. ¡Vamos a ser felices!

Menos es más

Y comprobar lo bien que se puede pasar con tan poco...

Una buena ciudad y una mejor compañía