Dar en la diana
¿Dios?
"Yo no puedo ser religioso ni creer en dios. Prefiero la filosofía, la lógica, la razón, pues no puedo poseer al mismo tiempo lo evidente y lo incomprensible".
Pierre Bayle.
"La imposibilidad en que me encuentro de probar que Dios no existe, me prueba su existencia".
Jean de la Bruyere
"La religión es un consuelo, consuela como las drogas, como el alcohol y como los analgésicos, y como todos estos consoladores, limita la actividad cerebral e impide pensar. Por eso la gente busca la religión".
Daniel Pérez.
"Dios es el gran silencio del infinito. El mundo entero habla de Él y para Él. Nada de lo que se diga lo representa tan bien como su silencio y su calma eterna".
Eliphas Lévi
"Me desconcierta tanto pensar que Dios existe, como que no existe".
Sonría
"Comienza tu día con una sonrisa, verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo."
(Mafalda)
Cualquiera puede enfadarse
“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.
(Aristóteles)
Maite Descalzo y Sergio Hunguet (del Instituto de Terapia Gestalt de Valencia) muestran que un enfado es, simplemente, el fruto de una frustración. Es decir, hay una necesidad que no ha sido cubierta y que se pone de manifiesto a través del enojo.
Pero esto, como todo, también tiene su parte buena, ya que se puede entender como una energía sana que surge para resolver una necesidad.
A menudo creamos en “el otro” la obligación de descubrir nuestras necesidades, le acusamos de lo que nos pasa, ya que es más fácil pensar que los demás tienen la culpa porque no nos entienden que asumir que nosotros no nos explicamos bien (si llegamos a hacerlo).
También el enfado puede ser utilizado como la forma de hacerse presente, de expresarnos y de constatar que los demás nos escuchan, de reafirmar nuestra posición en el mundo… En definitiva, “el modo de corroborar nuestra existencia”, dicen los expertos.
Esto del enfado es algo complicado… dejar escapar la rabia con demasiada frecuencia es tan dañino como fingir que nada nos importancia.
Ya lo decía Aristóteles, cualquiera puede enfadarse, pero con la persona, en el grado, momento, modo y propósito exacto no es tan sencillo.
¿Cuántas veces nos enfadamos con quien menos culpa tiene? ¿Cuántas veces acumulamos las cosas que no nos gustan y “saltamos” en el momento menos oportuno? ¿Cuántas veces montamos una discusión enorme de simples tonterías? A veces nuestras reacciones no se corresponden con el tamaño de los actos que las han provocado. Marco Aurelio lo decía así: “piensa cuanto más dolorosas son las consecuencias de tu ira que las acciones que la han originado”.
Usted puede enojarse, claro. Está en su derecho. Pero hazlo sólo si sabes cómo.
En el camino aprendí
En el camino aprendí, que llegar alto no es crecer,
que mirar no siempre es ver, ni que escuchar es oír ,
ni lamentarse sentir, ni acostumbrarse querer...
En el camino aprendí que estar solo no es soledad,
que cobardía no es paz, ni ser feliz, sonreír
y que peor que mentir es silenciar la verdad.
En el camino aprendí que puede un sueño de amor,
abrirse como una flor y como esa flor morir,
pero en su breve existir, fue todo aroma y color.
En el camino aprendí, que ignorancia no es no saber,
ignorante es ese ser, cuya arrogancia más vil,
es de bruto presumir y no querer aprender.
En el camino aprendí, que la humildad no es sumisión,
la humildad es ese don, que se suele confundir.
No es lo mismo ser servil, que ser un buen servidor...
En el camino aprendí, que la ternura no es doblez,
ni vulgar la sencillez, ni lo solemne verdad,
vi al poderoso mortal y a idiotas con altivez.
En el camino aprendí, que es mala la caridad
del ser humano que da, esperando recibir,
pues no hay defecto más ruin, que presumir de bondad.
En el camino aprendí, que en cuestión de conocer,
de razonar y saber, es importante, entendí,
mucho más de lo que vi, lo que me queda por ver...
RAFAEL AMOR
El amor
Los Budas y los Cristos nacen completos. Ni buscan el amor ni lo dan, porque ellos son el amor. Pero nosotros, que nacemos una y otra vez, debemos descubrir el significado del amor, debemos aprender a vivirlo como la flor vive su belleza.
Henri Miller
Cría ricos...
Sal
La vida siempre está ahí, esperando ser vivida. Es paciente, porque no tiene prisa. Sólo nosotros tenemos caducidad y es asombroso cómo, a pesar de ello, dejamos que se nos escurra entre los dedos.
Sabemos que no siempre brilla el sol. El otoño está ahí y la primavera no llegará antes por mucho que deseemos saltarnos el invierno. Pero todo es cuestión de tiempo, no se puede disfrutar del sabor de lo dulce sino conoces lo amargo, así que ten calma, a veces es bueno encontrar los límites de uno mismo. Es increíble cómo se crece cuando llegas a tocar fondo… quizá sólo sepamos apreciar verdaderamente la libertad después de haber vivido la humillación, quizá haya que dejar de ser quien somos para encontrarnos a nosotros mismos, quizá recibamos todo cuando ya no tengamos nada que perder…
Ten calma, llegará la hora en la que sentirás las fuerzas necesarias para sacudirte las cenizas como el ave Fénix y resurgir… y conseguir, de nuevo, volver a la vida.
Ni más ni menos
"Los problemas que en algunas personas se multiplican innecesariamente, en muchas ocasiones no son fruto de la realidad sino de la inmadurez de quien los afronta. (...) Alcanzar la madurez supone haber tomado a la vida su medida, y dar a las cosas la importancia que tienen: ni más ni menos".
Que dichosa manía tenemos de hacer “un mundo” de todo aquello que nos pasa, por simple que sea…
Problemas y dificultades hay, porque la vida es así y tontería sería decir que el mundo es siempre de color de rosa, pero ¿realmente son tan grandes cómo aparentan o cuando estamos ante esos problemas o dificultades hacemos de éstos el eje central de nuestros días?
Vivos entre excesos y nos cuesta enormemente poner en práctica el sentido de la autolimitación, nos cuesta encontrar el sentido de la justa medida.
Situarse en el correcto equilibrio entre el más y el menos, entre lo mucho y lo poco… no es fácil y tendemos a mirar con bastante relatividad y con cierta insignificancia los problemas de los demás y, en cambio, con demasiada magnitud los propios, consiguiendo acrecentar innecesariamente las dificultades, pero no porque estás tengan un don especial para multiplicarse, sino porque a menudo somos nosotros mismos los que otorgamos a sucesos insignificantes categorías desmesuradas, que ni siquiera las merecen.
Lo de los demás no es nada y lo nuestro… ¡nuestros problemas si que son grandes e importantes!
No siempre es real eso de que “al perro flaco todo se le vuelven pulgas”, a veces, “las pulgas” las ponemos nosotros, por lo que debemos aprender a mirar el presente con cierta distancia. La distancia necesaria para darnos cuenta de la verdadera importancia de cada circunstancia, de cada hecho, para saber darle a cada actitud su justa medida.
Tranquilo
Un “no” no es la ofensa
de enemigos infames.
“Mañana” no es una tragedia.
Lo urgente se infla
a base de rebuznos.
El agobio, a menudo,
es una trola que nos creemos.
Hay caminos sin atajo,
y la obsesión por llegar
es mala consejera.
La espera es maestra.
Ella enseña a latir
al ritmo de los días.
A veces hay que sentarse
en el pupitre
y escuchar la lección.