Sólo por hoy

No te preocupes, hoy no tienes por qué brillar; hoy no tienes por qué ser el pilar en el que todos se apoyan; hoy tienes derecho a que cambien las tornas.

Sentir que necesitas escapar, que las cosas no cuadran como deberían hacerlo y salir sin rumbo fijo. Huir del ruido y de la prisa; huir de la rutina y buscar un sitio por donde nunca haya pasado el tiempo. Encender un cigarrillo. Sentir cómo se te agarra la nostalgia al pecho y querer deshacerte de ella junto con el humo del cigarro. Correr por estrechas callejuelas empedradas, perderse con la falsa esperanza de que al encontrar de nuevo el camino, te encontrarás a ti mismo…

Mirar alrededor y ver las fortalezas que te envuelven, los palacios medievales que te arropan y te muestran gallardamente los escudos de quién un día habitó entre las piedras que hoy contemplas (los Golfines, los Solís, los Sande…), pero las sombras de tu propia conciencia no te dejan ver nada más allá de tu agobio.

Alzar la mirada buscando un cielo que te dé respuestas a preguntas que ni tú sabes formular… Abrir los brazos, caminar hacia atrás y querer desprenderse de lo que sientes que no te corresponde, que no es tuyo, que no debería estar en ti. Torcer una esquina y dejar que el aire frío te golpeé en la cara consiguiendo poco a poco devolverte a la realidad. Agachar la cabeza. Lanzar un suspiro de impotencia contra la nada y regresar… regresar, de nuevo, a casa.

Hoy puedes dejar de sonreír, pero mañana, mañana hay que volver a brillar.

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