¿Y por qué no?

¿Cuántas veces te encontraste a ti mismo enfadado con la vida por algo que no salió como esperabas? Seguro que más de una vez te escuchaste preguntándote ¿por qué a mí? ¿por qué me tiene que suceder a mí esto? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?

Y yo te pregunto ¿por qué no?

A veces me sorprendo de vernos a nosotros, los humanos, los "superiores" de la naturaleza en una exposición exquisita de caprichos, terquedad, falta de inteligencia… rodeados de un arma omnipotente creyéndonos de verdad "dueños del mundo".

Sería ridículo ver a alguien parado en medio de la calle un día de lluvia, maldiciendo al tiempo porque no le convenía que ese día lloviera. Más ridículo aún exigiéndole al tiempo que cambie inmediatamente a las condiciones que él necesita. Nos reiríamos de una persona que actúa así, hasta pensaríamos que está medio loca.

Todos sabemos que no podemos dirigir al tiempo. Sin embargo, insistimos en querer dirigir los acontecimientos de la vida como si no fueran parte de la naturaleza misma.

Cuando las cosas no suceden como las habíamos planeado, nos enfadamos y nos resistimos a intentar entender la realidad. Una necesidad de que todo salga perfecto y en las condiciones que queremos sale impetuosamente de nuestro carácter.

Pero ¿qué pasaría si todo surgiera como nosotros planeamos?

Pues que estaríamos vacíos por dentro. La lucha (sobre todo con uno mismo), es imprescindible. Los golpes, las derrotas, las decepciones, los desánimos… son necesarios para el crecimiento personal.

Los problemas a los que nos enfrentamos en la vida son herramientas que nos ayudan a forjar un espíritu firme. Necesitamos tanto del día como de la noche, de la tristeza como de la alegría.

Todo lo que hay en la vida nos es necesario para conocernos más y tomar de cada experiencia su enseñanza.

Nutrirnos en cada momento de lo que nos toca vivir sabiendo que siempre (lo descubramos o no) está sucediendo lo mejor para nosotros.

1 comentario:

  1. En gran parte, el título de este blog se lo debo a este texto. Basado en una historia que un día leí de no sé muy bien dónde.

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